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La RAE redefine el machismo y clica mariposear, chicano y postureo

Updated: Mar 21, 2019

Jesus Ruiz Matilla, El País, 21 de noviembre de 2017


El Diccionario 23.1, recién volcado en la red, es, de hecho, una nueva edición. Pero digital. Lo que Darío Villanueva, director de la Real Academia Española (RAE) y Paz Battaner, responsable de la coordinación del mismo, presentaron este miércoles en la sede de la institución es el nuevo Diccionario de la Lengua Española. Contiene 3.350 nuevos términos, enmiendas y modificaciones. Todos los años, en diciembre, se hará un balance, “así que hoy inauguramos lo que será una tradición”, afirmó Villanueva.


Ya no hace falta esperar más de una década para disponer de un ejemplar en papel. “La nueva planta es digital. Antes, tras la edición en libro, se volcaba en internet. Ahora es al revés. Primero viene en red, después, elaboraremos una versión impresa o muchas diferentes, quién sabe”.


La era digital conviene a la RAE. Es la herramienta que desterrará esas críticas que le echan en cara no ir al ritmo de los tiempos. Pero lo hará sin frivolidades. No todo lo que llega debe ser incluido por las buenas en los diccionarios. Debe tenerse en cuenta el respeto al pasado y no caer en las cadenas de la corrección. “El Diccionario nunca se elaborará con criterios de corrección política. La razón es simple: se destruiría”, aseguró tajante Villanueva. “La Academia no realiza sólo una foto de la lengua de hoy, sino también de lo que hemos heredado”, añade Battaner.


En ese sentido, ambos dejaron claro que su principal obra, el diccionario, que cuenta con el apoyo de la Obra Social de La Caixa, no inventa, ni promociona palabras o expresiones. Se limita a recogerlas. Y para esta edición 23.1, los cambios se han agrupado en adiciones de artículo, es decir, nuevas incorporaciones, adiciones de acepción y de formas complejas. No sólo se han añadido términos. También diversos significados que nos ayudan a comprender las palabras en sus nuevas dimensiones, dentro del amplio espectro del territorio hispano –donde no siempre significan lo mismo- y, según Battaner, “inmersas en un presente largo”.


No sólo destacan los términos recientes muy aceptados socialmente: de buenismo, postureo, acoso escolar, mariposear a algunos con uso común en América como chicano o comadrear. También expresiones y palabras que asombra no estuvieran reconocidas a día de hoy: saga, un montón, una pasada…


Si entramos en la especialización, la RAE puso ayer el foco en conceptos de comida: hummus, kosher. En la esfera de internet: pinchar, cliquear y clicar, aunque la recomendada por la Academia es esta última. O si entramos en palabros técnicos: container, audio y audiolibro, por ejemplo, bioenergía, cubicaje, o una nueva acepción de molino como es aerogenerador y eólico.

Las cuestiones de género viven una nueva era en el trato que les ofrece la RAE. El caso de sexo débil se ha convertido en símbolo: “Llama la atención que hasta hace poco se considerara una expresión positiva. Ahora, la Academia la marca como peyorativa”, asegura Battaner. En este sentido, la palabra machismo cuenta con una nueva acepción: forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón.


Aparte de esto, cambian las acepciones que existían en términos como jueza o diplomática. “Estaban incluidas en el Diccionario incluso en las épocas en que las mujeres no ejercían esos cambios. Pero refiriéndose a ellas como las esposas del juez o el embajador”, comentó Villanueva.


Fue después de entrar en un capítulo que le preocupa al director especialmente: los barbarismos anglosajones. Recibimos montones de cartas al respecto. Llegan a cometerse prevaricaciones idiomáticas como llamar a una serie española Family”, clamó Villanueva. “Nos vemos obligados a alzar la voz en este sentido. Es un asunto serio, muy serio. No censuramos los términos ingleses. De hecho, muchas palabras como raíl, vagón o fútbol, vienen de ahí y las hemos aceptado naturalmente. Lo que nos preocupa es la reiteración excesiva sin necesidad, como si tuviera más empaque o prosapia decir determinadas cosas en inglés”.


Darío Villanueva pasó a dar ejemplos de diferentes ámbitos. De la televisión e internet, a la gastronomía, el comercio, la publicidad o lo meramente coloquial. Pero se mostró más dolido si cabe cuando esta mala práctica invade los terrenos oficiales: “Puedes encontrarte invitaciones a actos en los que se lee: Dress code o save the date”.

Otro apartado más acorde con la identidad del idioma son los americanismos. Los consensos con el resto de las academias se coordinan a través de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE). El peso de todas ellas es un hecho cualitativo en la elaboración de los diccionarios. Todo necesita el acuerdo entre las 23 existentes. En esta edición digital se admiten términos como chicano, comadrear como acepción referente a chismorrear o murmurar, además de que ya podremos bailar un vallenato recurriendo al diccionario.


El papel de ASALE también ha sido destacado en uno de los términos más debatidos de esta remesa: la definición de posverdad. Según Villanueva, la primera propuesta para incluir su descripción no sobrevivió los debates. “Nadie discutía apenas que debíamos incluirla. La discusión giraba en torno a cómo hacerlo”. Finalmente se consensuó lo siguiente: “Distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”.




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